James Potter

James Potter
Talentoso jugador de quiddicht, engreído, altanero, bromista por naturaleza y aventurero en extremo. Solo tiene un deseo en la vida: Triunfar, estar en la casa de su padre, en Gryffindor, ser un famoso jugador de quiddicht y conquistar muchas chicas. Todo eso cambia gracias a la presencia de una chica.

sábado, 9 de enero de 2010

Inicio de un nuevo fin

Capitulo 1

James Potter yacía inerte en su cama, tratando de dormir, aunque no podía aguantar la emoción que le esperaría horas después. Vio el reloj de su pared, solo eran las siete menos quince, aun faltaba tiempo antes de levantarse. El chico de 12 años estaba en suspenso, esperando la carta que le tenía que llegar a sus padres.

La familia Potter era sin duda alguna, uno de los más respetables árboles genealógicos de sangre limpia que existía, pues eran magos. Todos y cada uno de ellos no tenían sangre muggle (personas no mágicas) en sus venas, era una familia respetable no solo por ser de sangre limpia, si no por poseer altos recursos, eran muy ricos.


El chico escuchó ruidos desde las escaleras de la mansión, seguro era su madre quien se había levantado para preparar el desayuno, eran las siete de la mañana, siempre se levantaba a esa hora.

La mente de James no paraba de pensar en todas las cosas que viviría en Hogwarst, el mayor colegio de magia y hechicería en todo Londres. La emoción, el miedo y la intriga navegaban por su cabeza, pensando en las aventuras que viviría, las cosas que podía aprender, y los amigos que haría. Se fue sumiendo en el oscuro sueño, para experimentar una pesadilla tumultuosa…


Estaba en el colegio de Hogwarts, caminando por los pasillos, esperando ser aceptado por la mayoría de chicos que se encontraban allí, pero cada vez que se le acercaba un grupo de chicos lo veían con odio, el no entendía porque, solo lo miraban con rabia. Un grupo de chicos se acerco a él, miró las insignias de sus túnicas y eran de otra casa, solo tenía una serpiente, a diferencia de los otros que lo miraban, que tenían un león, un halcón o James se miró a sí mismo a ver que pasaba, se preguntaba si se levantó solo con su piyama, no, era mucho peor que eso, llevaba puesto el uniforme del colegio, sonrió ante eso, lo cual irritó aun mas a sus espectadores y miró en la parte izquierda de su túnica, estaba estampado con mucho orgullo el emblema de… ¡Slyferin!

James se despertó de un susto de la cama, y se cayó en el suelo. Miró unos pies muy familiares, ya que tenían unas zapatillas rosas.

- Buenos días mamá – saludó James, tenía la voz áspera por acabarse de levantar, forzó una sonrisa tensa mientras se levantaba para ponerse sus gafas.
- Buenos días cielo. Ven a desayunar, es tarde – dijo su madre con dulzura.

Melissa Potter era una mujer menuda, delgada, de tez blanca, tenía el cabello castaño oscuro y los ojos del mismo color, sus facciones eran redondas, pero frescas, dibujaba una dulce sonrisa en su rostro.

- ¿Qué hora es?
- Las diez menos quince
- La carta… ¿La recibí, cierto? – trató de parecer lo más calmado posible, aunque la intriga lo comía por dentro.
- Claro, cielo. ¿Cómo no ibas a recibirla?
- ¿Dónde está? – preguntó más cauteloso, tratando de mostrar orgullo.
- En la sala.
- Bajaré en un momento.

Su madre salió de la habitación, y James se miró al espejo. Se notaba que no durmió bien, a pesar de la hermosura que siempre dominaba en su rostro, gracias a que la había heredado de su padre. Eran flacucho, pero alto para su edad, tenía el cabello negro liso revuelto más de lo normal, era imposible peinarlo, aunque era corto, de ojos castaño claro y de tez blanca, poseía las características facciones duras de su padre, pero suavizadas por la delicadeza que había heredado de su madre. Aunque esa mañana tenía mal aspecto, por no haber dormido bien, tenía el cabello revuelto y unas grandes ojeras. Se dio un rápido baño y se vistió a una velocidad sorprendente.

Fue abajo aun con la emoción, iba a recibir la carta, lo sabía, era un Potter, una familia de alto linaje, siempre le entregan una.

Cuando James llegó a la sala, se encontró a su padre sentado en uno de los muebles de terciopelo, leyendo tranquilamente el periódico. El señor Alexander Potter era un hombre alto, fornido, aunque era guapo, de tez blanca cabello negro revoloteado, sus ojos eran azules oscuro, tanto como dos profundos lagos, sus facciones eran duras, especialmente su mandíbula Se percató de la vista de su hijo, lo miro y asintió con gesto de cortesía mientras le dijo:

- Buenos días hijo. Te puedo asegurar que mi heredero si ha recibido una carta – sonrió.
- Buenos días. Si, ya me lo esperaba.
- Está en la mesa del recibidor si quieres leerla, aunque ya te podrás imaginar que dice.

Caminó rápido tratando de ocultar la sorpresa cuando se acercó a la mesa y vio una carta con un sello rojo sobre la mesa, el chico se regodeó por dentro mientras la abrió para verla.

Bostezó un poco para fingir aburrimiento, como si ya se esperaba que dijera el contenido de la carta, pero James no cabía en sí de la emoción. ¡Iría a Hogwarts!

Leyó con cuidado cada párrafo, cada oración, letra y signo que estaba en la carta:


COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore.
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).

Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarlo de que dispone de un puesto en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de Septiembre. Esperamos una lechuza con su respuesta antes del 31 de Julio.

Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora adjunta

James se quedó con la boca abierta durante unos segundos segundo y volvió a leer la carta que se dirigía directamente a él, estaba aceptado en Hogwarts. Su madre se había acercado para observar su reacción, pero solo vio la inmutable mascara que su hijo había formado en el rostro, sonrió de nuevo y dijo:

- Ya tomé la lista con los materiales que necesitas y los mandé a comprar con Matilda, excepto la túnica y tu varita, claro – Matilda era la mujer de servicio de la familia Potter por años, ya que estos se rehusaban a tener un elfo domestico. Siempre le compraban en el instante todo lo que su hizo necesitara, comida, medicinas, antojos…
- ¿Cuándo iré a comprar mi varita? –preguntó James.
- Pronto, tal vez esta tarde si te portas bien. Igualmente aun tenemos un mes de sobra.
- ¡Ya he crecido! Como si tuviera pañales…
- De acuerdo, no mas reproches y solo espera hasta la tarde. ¿Si James?
- Entendido – masculló James, aun le afectaba semejante ofensa que le había dicho su madre. Un niño. Bufó para sus adentros.

Desayunó lo más lento que pudo. Esperando que terminara pronto la mañana, acercándose así la hora de la salida al Callejon Diagon, James ya había estado allí. Siempre que sus padres sacaban dinero en el banco de Gringots, o cuando lo llevaban a comprar cualquiera de sus caprichos, o simplemente ir a una heladería.

James salió al gran jardín de su casa para volar en su escoba, era la mejor que había, de roble finamente lijado, las puntas de la escoba estaban perfectamente alineadas, por un lago del mango de la escoba se veía el nombre Cosmus3000 en letras plateadas. Paseó hasta la zona más alejada del jardín donde tenía su propio mini campo de quidditch (Deporte mágico sobre escobas) con altos postes y algunas bloggers no encantadas, ya que el tenía el sueño de pertenecer al equipo de la casa donde estuviera, aunque a su padre no le agradaba la idea, prefería que el fuera prefecto. Practicaba casi todos los días, emocionado por su nuevo sueño, practicaba y leía todo sobre ese deporte, casi todos los libros de la inmensa biblioteca de su cuarto era de quidditch, sobre las posiciones, técnicas, jugadores, y la más importante para el, buscador, ya que es el jugador encargado de encontrar y atrapar la snich (Es una pelota dorada con alas que vuela sin cesar por los aires, solo hay una de ellas en cada juego) porque le daba 150 puntos al equipo que lo atrapaba. el sería jugador profesional algún día, y lo tenía que ser su hijo, y su nieto.

El chico voló por los aires, cantando el partido el mismo, cada vez que anotaba un punto simulaba vitores y aplausos. Pasó largo rato surcando los cielos en su escoba, volando y descendiendo, de un lado al otro, solo por diversión. Jugando en diversas posiciones, siempre que podía cambiar claro.

Escuchó ruidos que venían de la puerta principal, y entró a la casa volando con la escoba. Paso volando y casi choca con Matilda que había llegado con bolsas en las manos, James trato de aterrizar lo mejor posible dentro de la casa, pero aun así chocó un poco con la mesa, no la movió al suelo, pero si se tambaleó, arrojando un jarrón de cerámica antigua que le gustaba mucho a la Sr Potter.

Matilda era una mujer regordeta, pequeña, de tez rosada pero en ese momento estaba pálida del susto, ya que era muy nerviosa, tenía el cabello castaño con algunas canas blancas por los lados, su cara era redonda con una nariz chata. Vestía una túnica verde limón, ya que era su color favorito.

- ¡Señor James! ¡Casi me mata de un susto!¿Como se le ocurre entrar asi a la casa? – exclamó la señora.
- Hola Matilda, lo siento. Era la emoción.
- ¡Mire que entrar así si es un peligro! ¡Tiene suerte de que su madre no esté aquí para ver lo que le hizo a su jarrón favorito!
- ¡Ups! Lo siento
- Permítame – soltó las bolsas en el suelo y sacó su varita - ¡Reparo!

El jarrón que estaba vuelto añicos en el suelo, comenzó a volver a su estado original, por obra de magia. Matilda lo colocó otra vez en la mesa del recibidor y la acomodó un poco.

- Ya quisiera hacer eso – masculló James.
- Todavía te falta mucho chico para poder hacerlo, tienes que tener una varita mágica, aprender mucho y por lo menos cumplir 17 años.
- ¡Pero eso es mucho! – Matilda rió.
- ¡Que vamos a hacer contigo James!
- ¡Matilda! ¿Qué llevas ahí adentro? – señaló James las bolsas que cargaba ella.
- Solo llevo las cosas que me mandaron a comprar para usted… para Hogwarts – dijo casi en un susurro.
- ¡Yo las subo! ¡Déjame ayudarte! – exclamó James emocionado mientras recogió las bolsas y salió corriendo a su habitación.

James se escondió en su cuarto y le puso cerrojo a la puerta, comenzó a leer los títulos de los libros con emoción. Leyó algunos libros, pociones, transformación, historia de la magia, – aunque le aburría mucho – y uno que le gustó muchísimo a James Hechizos y Contrahechizos, tenía cosas muy útiles y otras bastante graciosas, cada vez que veía un buen hechizo como piernas de mantequilla, lengua atada o perdida del cabello, doblaba la esquina de la página, para tenerlos más fácilmente en la mano, claro, a la hora de hacer una jugarreta.


Guardó los libros en un baúl debajo de su cama, continuaría leyéndolos de noche. Bajó a almorzar ya que sus padres habían regresado del trabajo. Trabajaban en el Ministerio de Magia (Una organización que se encarga del bienestar del mundo mágico). A James le parecía de lo más aburrido eso, como estar pendiente de los muggles.


Almorzó juntó a sus padres en el gran comedor, mientras todos estaban en silencio. Comían, masticaban y bebían como si fueran extraños, siempre cordialmente. James rompe el silencio diciendo:

- Y… ¿Hoy tengo mi varita?
- Por supuesto que si hijo, ¿No me digas que pensabas que te íbamos a enviar al mejor colegio de magia y hechicería que hay sin una? – dijo su padre.
- No, no lo había pensado.
- Esperen a que me arregle un momento – se levantó la Sr Potter a cambiarse, ya que era muy rigurosa en su forma de vestir, siempre le gustaban las apariencias.

James y su padre esperaron aburridos en la sala, esperando a que la Sr Potter bajara. Salió de la habitación mientras ellos los seguían, a los padres de James le irritaba mucho tener que guardar las apariencias cuando estaban el territorio muggle, se colocaban la ropa más discreta que podían, pero aun así les disgustaba.

Los tres Potters salieron de su casa mientras su chofer, muggle también, los llevaba directo al Callejón Diagón. Bajaron con sigilo por una calle de Londres, en una taberna, donde había tanto brujas como magos, y esperaron para poder adentrarse hacia el callejón.

- Hola Alexander – saludó el cantinero gordo de la taberna.
- Hola Tom ¿Cómo has estado?
- Algo estresado para ser honesto, aunque bien. ¡Oh veo que traes a la hermosa Melissa y al joven James! ¿Cómo estas muchacho?
- Excelente. Voy a comprar mi varita en este momento – agregó James contento.
- ¡Por supuesto! Vuelve cuando quieras.

Alexander, Melissa y James caminaron hacia el fondo de la taberna, a una salida. Para los muggles era solo un callejón, pero para los magos era el Callejón Diagon.
James ya estaba acostumbrado a esto, su padre tocó la varita en varios ladrillos, para abrirse paso como si fuera una señal de entrada, estos comenzaron a separarse hasta dejarles el paso libre, entraron al inmenso bazar de negocios que los esperanban.

- ¿Mamá puedo ver la lista? – preguntó James.

La madre le entregó un pequeño papel doblado con la pulcra letra que estaba antes en la carta. Vio la lista de libros y cosas que ya había recogido antes, y todas tenían una pequeña tachadura al lado, fue Matilda mientras los compraba.

El chico observó contenido las partes que no habían comprado aun.

COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
UNIFORME
Los alumnos de primer año necesitaran:
- Tres túnicas sencillas de trabajo (negras).
- Un sombrero puntiagudo (negro) de uso diario.
- Un par de guantes protectores (De piel de dragón o semejantes).
- Una capa de invierno (negra, con broches plateados).
(Todas las prendas de los alumnos deben llevar etiquetas con sus nombres).

Melissa Potter observaba a su hijo leer, mientras le respondió:

- Para eso tenemos que ir primero donde Madame Malkin. Ya le avisamos temprano que pasaríamos.

Llegaron a una tienda donde decía “Madame Malkin, túnicas para todas ocasiones” Afuera de la tienda los esperaba una mujer regordeta con una túnica color magenta.

- ¡Los Potter! Sabía que vendrían Pronto. Entonces este es el pequeño James, ¡Que adorable muchacho! – canturreaba mientras le pellizcaba las mejillas a James.
- Mucho gusto – trato de decir el chico, con las mejillas aun estiradas en las manos de la mujer.
- Ya sé que túnicas necesita, me falta poco. Solo necesito medir al muchacho, por aquí cielo. – le jaló el brazo a James mientras buscaba unas túnicas negras, hilos, cintas métricas y agujas. – Comencemos…

James trataba de moverse poco para no ser puyado por las agujas de su túnica, mientras la mujer cosía, faltaba solo una túnica cuando dijo:

- ¡Oh, te veras precioso con tu sombrero! ¡Creo que está completamente hecho a tu medida! – salió y dejó a las agujas cosiendo solas. James las miraba con miedo por como se movían, hasta que al fin llego Madame Malkin con un sobrero negro puntiagudo y se lo puso en la cabeza – Tenía razón, ¡Te queda perfecto!

La madre de James entabló conversación con la mujer un par de minutos mientras terminaba y le pagaba. Salieron de la tienda con la mujer detrás de ellos desliéndose alegremente.

- Entonces… - revisó James la lista – Falta mi ¡Varita! – exclamó contento cuando habían llegado a la tienda pequeña donde se leía en letras doradas «Ollivander: fabricantes de excelentes varitas desde el 382 a. C» .el señor Ollivander, el mejor fabricante de varitas en todo Londres, James había oído hablar de él.

Entraron a la tienda, era muy pequeña y estaba llena de polvo y muchos estantes con cajas rectangulares. Apareció un hombre pequeño de aspecto frágil, llevaba gafas y tenía el cabello muy blanco, sonrió al ver a James.

- Hola chico, ¿Buscando una varita no?
- Hola, si.
- Hola Alexander. Tanto tiempo sin verte, parece que fue ayer cuando compraste tu varita aquí. Veintisiete centímetros de largo, de roble, centro de fibras de corazón de dragón, excelente varita para transformaciones. Hola Melissa – volteó Ollivander hacia la madre de James - Que hermosa esta.
- Hola señor Ollivander, me sorprende que me recuerde.
- Nunca se me olvida una cara, cariño. Dieciocho centímetros, de acebo, pelo de unicornio, muy flexible, excelente varita.
- Gracias.
- Bueno, empecemos muchacho. ¿Eres surdo o diestro?
- Diestro.
- Excelente. Espera un momento – el señor sacó una cinta métrica y comenzó a medir a James de hombros y piernas, de repente dejó a la cinta midiendo al chico mientras buscaba varias cajas de varitas y las colocaba encima de la mesa. – Prueba con esta. Diecisiete centímetros, madera de haya y nervios de corazón de dragón.
- ¿Cómo?
- Solo cógela y agítala. – el chico la agitó pero solo tumbó algunas cajas de los otros estantes –Lo siento.
- No importa muchacho, eso siempre pasa. Intenta con esta, veinticinco centímetros, de arce, pluma de fénix.

El muchacho la agitó pero no paso nada. El señor Ollivander sacó otra varita y se la entrego al chico. James la agitó y unas chicas rojas salieron de ellas, mientras sentía un confortable calor en su brazo.

- La tercera es la vencida – rio Ollivander – Veintiocho centímetros y medio, caoba, flexible, excelente para transformaciones. Buena elección, refiero a la varita que te escogió James.
- ¿Me escogió?
- Si, la varita siempre escoge al mago. Paguen por aquí por favor. Son cinco galeones de oro.
- Muchas gracias señor Ollivander – dijo James mientras salía con sus padres de la tienda.

Caminaron por las calles rápidamente, siguiendo al sr. Potter, pasaba de un lado a otro mientras llegaron a una lechuzería.

- Bueno hijo, escoge una. – lo alentó su padre a entrar.
- Buenos días – saludo una bruja anciana. - ¿En que puedo servirles?
- Busco una lechuza para mi hijo.
- Oh, me llegaron unos excelentes ejemplares esta semana. Por aquí.

James vio muchas lechuzas, grandes como un gato y tan pequeñas que le cabían en la palma de su mano. La mujer llegó a una inmensa jaula y vio un montón de lechuzas, grises, blancas, de varios colores. Pensó en cual le gustaría más y entonces vio una perfecta lechuza de color marrón, con una pequeña mancha canela sobre su cabeza.

- Me gusta esa – señaló a la lechuza mientras la mujer la sacaba y sus padres pagaban por ella.
- Excelente elección, dijo la mujer.
- Um… creo que la llamaré Fly…
La familia Potter salió de la tienda mientras llegaban a su casa, James muy contento con su varita y su mascota nueva.

- Ya tienes todo para empezar tu curso en Hogwarts ¿Te sientes listo? – le preguntó su padre a James mientras le revolvía el cabello.
- Sí, estoy listo – sonrió James mientras se imaginaba las increíbles aventuras que tendría en Hogwarts…



Hola!! este es mi primer cap, espero que les guste y comenten para ver que tal esta!
xoxo mari R